Cuando ya han transcurrido unos meses de la gesta histórica de la selección de futbol venezolana ahora llamada “vinotinto”. De los tiempos de la tricolor provengo de aquellos de las goleadas de escándalo cuando nadie creía en ella y mucho menos se asomaban en mirar los partidos por la recordada RCTV, fueron muchos los malos momentos, los lamentos y las lagrimas también las esperanzas aquellas tardes de eliminatorias mundialistas, de libertadores y de futbol local. Era tal el desarraigo que el venezolano vestía de verdeamarrello, de azurri y hasta de vestir cualquier otra camiseta foránea era la moda, era el mundial, eran los mejores. Era un estupor y una rabia interna la que provocaba un vomito interno, ver con vergüenza ajena aquellas dantescas escenas de jolgorio, alegría y hasta de pesares, en mi interior no podía entender semejante desfachatez y deshonra, siempre me hacia la misma pregunta, ¿Qué pasaría si Venezuela clasificara a un mundial de fútbol?, ¿pasaría lo mismo?, pues el tiempo ha pasado y aun me hago la misma pregunta de hace muchos años. La diferencia es algo notable del antes, el ayer y el ahora; el antes un futbol nacional pobre donde jugadores equipos y todos los demás miembros de engranaje eran producto de la improvisación y del amateurismo en gran medida como principal punto de partida, el ayer un futbol más dosificado algo profesional y buscando una identidad y el de ahora, con una identidad, un manera profesional de trabajo identificándose este con el público, ahora allí está el problema cuando estamos participando ya en las eliminatorias hacia Brasil 2014 y de la gran Copa America en Argentina del que todos ya harto conocemos, aun sigue la brecha de identificación entre la liga local y la selección nacional, aun seguimos observando equipos subido a primera división que desaparecen, otros que a contracorriente tratan de sobrellevar el andamiaje de una competencia con torneo de apertura y clausura, otros con el sponsor de alcaldías y gobernaciones que desaparecen cuando este no es reelegido, así es nuestro país de incertidumbre y donde todo puede ocurrir, muchos autores coinciden con la premisa “el futbol se parece tanto a la vida”, el fútbol venezolano no escapa de esta realidad tan latente como la idiosincrasia y la manera ver las cosas del ciudadano común y del que no lo es también. Ahora que el futbol venezolano está planteado seria y responsablemente en clasificar a un mundial no es que en las pasadas eliminatorias no lo estaba sino simplemente no estaban dadas las condiciones, ahora con todo a favor, público, afición, federación, liga y demás integrantes que comprenden esta disciplina a lo largo y ancho de nuestro territorio es la hora de dar el gran zarpazo, el de clasificar al mundial el de muchos de nosotros que sentimos y vivimos esto con gran afán, esperemos no sea una vulgar demagogia porque sino la brecha entre la selección y el torneo nacional seguirá estrechándose y será esa la misma brecha la que está vigente en el país.
Glibert V.